domingo, 16 de septiembre de 2012

[OneShot] La culpa de todo la tiene el alcohol



Título: La culpa de todo la tiene el alcohol.
Personajes/Pareja: Yoochun, Junsu, Jaejoong. Yoosu.
Rating: PG.
Género: Romance.
Resumen: Es el cumpleaños de Yoochun y por fin han conseguido reunirse para celebrarlo, el problema viene cuando Junsu desaparece.
Disclaimer: Por mucho que me gustaría lo contrario, se pertenecen a ellos mismos.


Todo el mundo sabía que Junsu no bebía y todo el mundo asumía, también, que era porque se trataba de un chico sano. Y lo era, vaya si lo era. Su trabajo hacía que fuera necesario que se mantuviera en plena forma física y, además, le disgustaba el sabor. De la misma forma tampoco había caído en el tabaco como les había pasado a sus compañeros. No entendía por qué tenían que mancillar sus pulmones con el alquitrán y el humo, no entendía qué había de bueno en algo que dejaba un olor apestoso y un sabor a rayos. No es que hubiera tenido la oportunidad de probarlo, pero bastante tenía con saber que todos decían que besar a alguien fumador era como “besar un cenicero” y él no estaba dispuesto a caer en ese error.

Sin embargo, había otra razón oculta detrás del por qué de la negativa de Junsu a beber. No tenía un aguante al alcohol como les pasaba a ellos y siempre terminaba sin saber muy bien qué era lo que hacía. Era frustrante. No es que hubiera bebido mucho a lo largo de su vida, pero las experiencias le decían que era mejor mantenerse alejado de la cerveza, del soju y de toda la ristra de bebidas alcohólicas que tanto Yoochun como Jaejoong habían desperdigado sobre el mueble de la cocina como si fuera lo más normal del mundo.

Las burlas habían aparecido pronto, por supuesto, aunque en cierta manera también se dio cuenta de que evitaban que se acercara a la mesa y le habían ido dando refrescos. Los refrescos no eran tampoco lo mejor del mundo, pero al menos podía mantener más o menos el tipo. Era el cumpleaños de Yoochun. No habían podido celebrarlo antes porque él había estado ocupado con sus conciertos, Jaejoong con las grabaciones y el cumpleañero había pasado esos días en Bali, tomando color, cortándose el pelo y descansando después de meses de tensión. Todavía recordaba los mensajes que se habían cruzado por twitter en los que le preguntaba cuándo iba a estar en Seúl. En principio iba a ser una fiesta sorpresa, pero se había delatado con aquello por mucho que hubiera puesto como excusa que tenían trabajo.

Jae había estado a punto de matarlo y con razón. Era muy difícil sorprender a Yoochun porque siempre parecía que podía leer más allá de lo que estaban diciendo y odiaba que arqueara las cejas de esa manera que solo él sabía hacer, con total desidia, como si estuviera de vueltas de todo. A su alrededor había gente, claro, porque eran tremendamente populares, porque la fama era algo que estaba pegado a sus cuerpos como una segunda piel y porque, en definitiva, había personas a las que tenían que invitar como fuera. Y eso que él echaba de menos a otras personas que no estaban allí.

Suspiró y pronto tuvo la mirada de Yoochun sobre él. Simplemente se encogió de hombros y se movió entonces hacia la cocina. Necesitaba beber algo, algo fuerte, algo que le hiciera olvidar un poco los pensamientos que le atosigaban y que impedían que disfrutara del todo con lo que estaba viviendo. Sin saber muy bien qué era lo que estaba  haciendo, cogió una de las botellas de soju y un vaso porque no le parecía apropiado beber directamente del vidrio, deslizándose en el balcón.
Por esa noche iba a romper sus propias limitaciones. Por una vez no ocurriría nada ¿verdad? Era solo una botella de soju, durante años había visto a sus amigos beber mucho más y nunca había pasado nada. Jamás.

~*~*~

—¿Dónde está Junsu?

La voz preocupada de Jaejoong hizo que Yoochun apartara la mirada de su manager frunciendo por un momento el ceño. Le había visto hacía menos de media hora cerca de la videoconsola por lo que se había imaginado que estaría jugando. No se había preocupado más. Era cierto que había desviado la mirada por un momento al escuchar un suspiro, pero solo había sido un momento. Después le había perdido la pista.

—No tengo ni idea, estaba jugando hace una media hora, pero después creo que se fue a la cocina. —comentó, porque ese era el último de los recuerdos que tenía de él, al menos de forma consciente.
—No crees que…

Y ante lo que insinuó Jaejoong el moreno no pudo por menos que abrir los ojos con gesto de sorpresa y tras disculparse de su manager, se incorporó de su asiento para situarse junto a JaeJoong. La búsqueda no tardó demasiado, a fin de cuentas su casa tampoco es que fuera muy grande, pero era cierto que Junsu la conocía mucho mejor que la mayor parte de los que se encontraban en la fiesta en ese momento. Gente exquisitamente elegida que significaban algo en su vida de una manera u otra. Personas en las que confiaba lo suficiente como para que estuvieran allí, al menos durante unas horas, antes de seguir la celebración con las dos personas que eran en realidad los puntos de apoyo de su vida, sin contar a su madre y su hermano.

—No tiene por qué haber pasado, hace mucho que no lo hace.
—Ya, pero la última vez hizo exactamente lo mismo: desaparecer.
—Y después comenzó el caos. —terminó Yoochun, estremeciéndose por un instante de forma teatral.

Jaejoong, sin embargo, no estaba para bromas por lo que le miró con los ojos entrecerrados durante un instante. Estaban exagerando y Yoochun estaba convencido de aquello. Junsu estaría en cualquier lugar entretenido. Primero miraron en la habitación que había habilitado para trabajar, pero estaba vacía. Después se acercaron al pequeño despacho donde Yoochun tenía el ordenador y la estantería llena de libros por si a Junsu le había dado por ir a jugar a algún juego. Fruncieron el ceño, comenzando a preocuparse, y sus pasos se aceleraron. No había muchas más habitaciones en las que mirar. Finalmente, tras cruzar la mirada, se acercaron a la puerta que daba al balcón y salieron.

—Mierda. —la exclamación de Jaejoong le puso en lo peor.
—JaeJoong-ah. —exclamó Junsu, con una sonrisa en los labios y acercándose al mayor para abrazarlo acercándose peligrosamente a sus labios.
—Ha bebido. —Jae se movió para librarse de Junsu y puso a Yoochun en medio provocando que el rubio dejara escapar un suspiro y pusiera un mohín. —Encárgate tú, yo no me puedo acercar.

El dueño de la casa suspiró por un momento viendo cómo Jaejoong se alejaba dejándole a solas con Junsu. Miró entonces al rubio mientras fruncía suavemente el ceño. Tenía una sonrisa en los labios y el olor a alcohol le llegó de forma leve. Miró entonces hacia el suelo donde descansaba una única botella de soju  entre las sombras y un vaso. Puso por un momento los ojos en blanco y observó el rostro de su compañero y amigo. Al menos estaban al aire libre, con un poco de suerte se despejaría.

No todo el mundo lo sabía, ni siquiera el mismo Junsu. Agradecía que no fuera una persona que le gustara beber alcohol porque hubiera sido un gran problema. Junsu, cuando dejaba que el alcohol se apoderara de su mente, se convertía en un verdadero “monstruo de los besos”. Le importaba poco si era hombre o mujer, necesitaba mimos, necesitaba darlos y demostrar lo que quería a todo el mundo aunque minutos antes hubiera estado discutiendo.

Menos con él.

El único que estaba por completo a salvo de Junsu en esos momentos era Yoochun. Y el moreno no sabía muy bien si eso le molestaba o no. No estaba seguro de hasta qué punto le resultaba divertido toda aquella situación porque a fin de cuentas Junsu era su amigo y decían que cuando uno estaba borracho era completamente sincero. Sin embargo, Junsu buscaba el contacto, el cariño, los mimos… y los besos, de todo el mundo menos de él.

—Oh… Hyung se fue.

La voz desilusionada del rubio hizo que Yoochun le volviera a mirar con el ceño más fruncido todavía. ¿Y todavía preguntaba por él? Había escuchado el sonido desde fuera que indicaba que JaeJoong les había encerrado para evitar problemas mayores, no escuchaban la fiesta, sino que tenían delante de ellos la noche en Seúl. Su balcón estaba lo suficientemente escondido como para estar aislados y lo agradecía, porque estaba pensando seriamente en tirarlo balcón abajo.

—¿Por qué has bebido? Tú nunca lo haces.
—Quería saber por qué lo hacíais. —la voz sonaba pastosa, arrastrándola y se movió para apoyarse en el balcón y miró hacia abajo. —¡Oh! Qué alto que está.

La mente dispersa de Junsu provocó que bufara por un momento mientras se acercaba hasta él apartándole del posible peligro que era que se cayera. Una cosa era que fantaseara con tirarlo él mismo, otra cosa muy diferente que realmente quisiera que sucediera. Respiró hondo una vez más mientras miraba a Junsu. Estaba molesto, pero sabía que por mucho que le dijera en ese momento, por mucho que utilizara su acidez, el rubio no lo recordaría. Siempre era así. Se levantaría al día siguiente con un ligero dolor de cabeza porque no había bebido lo suficiente como para tener una verdadera resaca, con la voz pastosa y sin acordarse absolutamente de nada de lo que había sucedido en las horas previas. Y Yoochun se sentiría completamente frustrado porque se habría pasado toda la noche de un lado para otro intentando evitar que provocara un verdadero escándalo.

En cierta manera tenían suerte. Al menos esta vez lo habían encontrado antes de que besara a nadie. Miró a Junsu de nuevo que se encontraba muy entretenido agachado mirando las plantas que había en el balcón y que habían sido una idea de su madre. En realidad estaba contando las piedrecitas del tiesto. Parecía un niño. Un niño grande y adorable. Se frotó la cara mientras se agachaba delante de él.

—¿Y has descubierto por qué bebemos?
—Un poquito. —alzó una de las manos, separando apenas el índice y el pulgar. —No pienso o… bueno, no pienso coherentemente y me gusta esto de estar un poco mareado, pero hablo raro.
—¿Y por qué quieres no pensar?

El ceño del rubio que se había fruncido cuando había declarado que hablaba raro se trasformó en un gesto de sorpresa como si fuera lo más obvio del mundo, como si la respuesta estuviera delante de los ojos del moreno y le sorprendiera que fuera tan lento como para no descubrirlo por sí mismo.

—¿No lo sabes? —preguntó entonces mientras se ponía de rodillas y se movía hasta tener el rostro a unos centímetros de Yoochun, lo suficientemente cerca como para que el moreno pudiera darse cuenta de dos cosas: que su aliento olía a soju, pero apenas lo suficiente para ser molesto, y que tenía las mejillas arreboladas seguramente por el alcohol que había ingerido. —¡No lo sabes! Oh oh, el gran Yoochun no sabe la respuesta de algo.

La risa característica del delfín se extendió por el balcón. Era una alegre que siempre le había gustado al moreno y que siempre había provocado una sonrisa de forma automática, incluso en ese momento y a pesar de las palabras. ¿Qué era lo que preocupaba a Junsu? ¿Qué era lo que tenía en la cabeza para ponerse a beber de aquella manera? Los labios mantuvieron la sonrisa mientras le miraba de una manera que hizo sentirse incómodo a Yoochun.

—No soy todavía adivino. —respondió de forma molesta mirándole directamente a los ojos.
—Pues no te lo voy a decir, tienes que adivinarlo. —respondió el rubio con tono alegre echándose ligeramente hacia atrás para sentarse en el suelo como si se hubiera olvidado que supuestamente lo que ocultaba era algo serio, lo suficientemente serio como para estar bebiendo cuando nunca lo hacía.
—¿Problemas en casa? ¿Has discutido con tu madre? ¿con tu hermano? Porque con Jae y conmigo no ha sido. —la frustración del moreno aumentaba según Junsu negaba una y otra vez. —¿Alguna fan loca te ha vuelto a mandar algo? ¿Problemas con los conciertos? Si es así ya sabes que puedes hablar con nosotros, que no estamos tan ocupados. Es más, nunca estamos tan ocupados como para que no puedas hablar con nosotros…

Entonces la respuesta llegó por un momento. ¿Sería por eso? Buceó en la mirada de Junsu, intentando romper con las barreras, apartar la nebulosa del alcohol que impedía que la mirada franca y sincera se dejara ver en realidad. Quería llegar a sus pensamientos como siempre lo había hecho. Para Yoochun era fácil hacerlo, era como si Junsu fuera un libro completamente abierto en el que podía leer con tranquilidad. Nunca había tenido problemas para hacerlo, pero en ese momento el libro estaba cerrado y era incapaz de abrir las tapas para leer lo que estaba en sus páginas.

—¿Es por ellos? —preguntó entonces, siendo su última salva después de haber dicho antes múltiples motivos aunque la mayor parte no se los creía. —¿Les echas de menos? ¿Es por eso que has preferido beber a hablar con nosotros?

El gesto de Junsu le dijo mucho más de lo que esperaba. Se movió entonces para sentarse a su lado y deslizar el brazo por los hombros del menor acercándole con ese gesto hacia su pecho como si fuera un niño que necesitara consuelo. El rubio no dijo nada, dejando que la calidez del mayor entrara en su cuerpo. Esto preocupó a Yoochun que bajó la mirada por un momento para observar su cabeza apoyada en su torso y arqueó una ceja.

—Hace un momento estabas de lo más comunicativo. —le recordó, para después sonreír. —Y ya que lo he adivinado quiero que me des mi premio.

Junsu negó. Decían que no había más ciego que el que no puede ver. El moreno vio la cabeza de su amigo moverse y arqueó las cejas. ¿Qué era lo que le sucedía? No lo entendía, no sabía por qué se encontraba así. Era como si la energía explosiva que siempre le rodeaba se hubiera apagado. Suponía que en parte era su culpa: estaba seguro de que si abría esa puerta y dejaba que alguien entrara, volvería a activarse como un resorte buscando besar a la persona sin importarle quién fuera. Yoochun bajó la mirada de nuevo. Se sentía raro.

No sabía muy bien por qué estaba molesto y que estuviera en silencio le estaba enfadando todavía más. Se movió entonces, apartando el brazo del hombro del menor y sonrió de medio lado al ver que el resultado llegó con rapidez. Junsu alzó el rostro para mirarlo con los ojos levemente abiertos, como si hubiera estado medio dormitando hasta hacía unos instantes.

—¿Por qué?
—¿Por qué qué?
—¿Por qué demonios no quieres besarme como haces con todos los demás? —le espetó entonces quizá de una forma demasiado burda, demasiado ruda.
—¿Acaso quieres que lo haga?

Para estar borracho, Junsu razonaba excesivamente bien. Y el problema es que no sabía cómo contestarle. ¿Quería que lo besara? ¿Esa era la razón de encontrarse de esa manera? Demonios, ni siquiera quería pensar en ello. Los ojos oscuros de Junsu le miraban con insistencia, quieto, sin moverse, mientras el mayor buscaba las palabras para contestar. Frunció el ceño un poco más, encogiéndose después de hombros como si no le importara en realidad aunque hubiera sido él el que había preguntado.

—Qué más da, al menos puedo ocuparme de ti cuando bebes.
—¿Quieres que te bese?

La mirada de Yoochun que se había desviado hacia delante, mirando la vista que se podía ver desde su balcón a pesar de estar sentados, volvió automáticamente hacia Junsu. El tono había sido demasiado sensual, lejos de la voz aniñada que en ocasiones parecía acompañar al delfín. Una voz que había provocado una descarga por todo su cuerpo al tiempo que el rubio se ponía de rodillas a su lado mirándole con intensidad. Y sintió el peligro. Ese peligro que por regla general no sentía porque era él el que se encontraba en el otro lado, era él el que seducía, no el que era seducido. Era él el que bajaba la voz hasta convertida en un cántico oscuro de seducción.

En un acto involuntario bajó la mirada hacia los labios de aquel que era su amigo. Labios enrojecidos y húmedos. No se había fijado hasta ese momento en lo apetecibles que eran sus labios. De repente sintió calor, más calor del que debiera hacer al tiempo que Junsu se movía un poco más cerca como si no pudiera evitar necesitar su contacto. Y por la postura tenía que mirar hacia arriba.

—¿No me contestas? —ronroneó el delfín, mordiéndose por un momento el labio inferior para después esbozar una media sonrisa cargada de malicia, de picardía, de sensualidad. — ¿Acaso te he dejado sin palabras? ¿He conseguido hacer que Yoochun-ah no pueda contestar? —preguntó de nuevo hasta que su torso estuvo completamente pegado al costado del moreno. —Dime… —bajó el rostro ligeramente mirándole más intensamente si eso era posible. — ¿quieres o no? ¿Acaso te molesta ser el único que no probará mis labios?

Yoochun no pudo evitar estremecerse porque estaba de golpe delante de una parte de Junsu que solo había visto sobre el escenario cuando él era Tod, cuando era la Muerte y seducía a aquellos que tenía que llevarse al otro mundo. ¿Cuánto había cambiado aquel maldito musical al rubio? ¿Hasta qué punto le había dado una perspectiva que antes no tenía? Sin embargo, sabía que era él y eso era lo que más le asustaba. Descubrir esa parte oscura de Junsu le sacudió de golpe como una corriente eléctrica.

En ese momento era una pantera, una pantera que había visto su presa y que no dudaba en acecharla. Ya no era el delfín o el pollito o los miles de motes que le habían puesto sus fans. Allí estaba esa mirada oscura, peligrosa y desafiante que había visto en más de una ocasión, allí estaba esos movimientos que provocaron que el moreno se quedara quieto sin saber si moverse o no. El cálido aliento de Junsu azotó su rostro al tiempo que se movía hacia delante hasta el punto que rozó apenas con su nariz la de Yoochun mientras la sonrisa de medio lado se profundizaba un poco. Apoyó una mano en el cuello del moreno y sin previo aviso… sucedió.

El mayor supo lo que era que alguien le besara, que alguien se apoderara de sus labios sin previo aviso —aunque lo cierto es que había tenido claras señales desde el momento en el que se habían sentado el uno junto al otro—, y sintió que el cúmulo de sensaciones, el cúmulo de emociones le estaba haciendo perder la cabeza. Se sintió mareado, se sintió excesivamente eufórico, se sintió débil y fuerte a un mismo tiempo. Era incapaz de pensar con claridad por lo que se sorprendió a si mismo respondiendo, se sorprendió a si mismo alzando su mano para sujetar al rubio por la nuca e impedir de esa manera que se separara. Aquel no era un beso como el que había visto que el rubio daba a aquellos con los que se cruzaba cuando estaba borracho, no era un suave roce de sus labios sobre los ajenos. Aquel beso que sabía a alcohol, era mucho más profundo hasta el punto de que sus labios parecían estar en mitad de una lucha por saber quién tenía el control.

Se separaron unos instantes después, sus respiraciones agitadas que se confundían sin saber cuál aliento era de uno y cual de otro. La mano izquierda de cada cual en la nuca del contrario, los labios entreabiertos y enrojecidos por el beso, las miradas entrelazadas, los corazones latiendo con fuerza en sus pechos  amenazando con salirse en cualquier momento. Sus frentes se unieron y Yoochun odió ese momento porque sabía que al día siguiente solo sería él el que lo recordaría, porque Junsu lo olvidaría por culpa del alcohol, porque su “monstruo de los besos” dormiría bien aquella noche, pero él sin embargo se la pasaría dando vueltas y más vueltas.

—La culpa de todo la tiene el alcohol. —susurró más para sí, que para el hombre que se encontraba pegado a su cuerpo y que en ese momento deslizaba la mano por su cuello hasta separarla en una caricia que provocó que todo su cuerpo se estremeciera sin tener control sobre él mismo.
—¿Seguro?

Y cuando abrió los ojos, cuando se movió ligeramente hacia atrás en un movimiento gemelo al que Junsu hizo, Yoochun pudo ver dos cosas: la primera de ellas que el rubio no tenía para nada la mirada velada de aquel que había bebido demasiado y la segunda que tenía la botella de soju en las manos… entera salvo lo que podría ser el pequeño vaso que se encontraba olvidado en el suelo justo a su lado.

La carcajada del moreno no tardó en llegar, una mezcla de euforia y sorpresa. Una mezcla de incredulidad por haberse visto contra las cuerdas por Junsu, que en ese momento le miraba con una media sonrisa que le provocó. Provocó que se moviera, que fuera en ese momento él el que le tomara por la nuca y tomara sus labios en un movimiento fluido, que fuera él el que mordiera su labio inferior, que impidiera que se separara, que saboreara, retara y abriera por completo esos labios para él. Y su compañero no se quedó atrás, no lo hizo aunque en un primer momento le sorprendió y después solo siguió la marea de algo que llevaba demasiado tiempo deseando.

Y aquella noche de Junio, con el sabor del soju en sus labios y los sonidos amortiguados de una fiesta a sus espaldas se selló lo que llevaba demasiado tiempo pendiente, lo que todo el mundo esperaba, lo que ambos deseaban y que no habían sido capaces de decirse, aunque fuera sin palabras, si no hubiera sido por el alcohol… todo por culpa del alcohol.


~*~ FIN ~*~

Ditulis Oleh : Lyenever // 17:56
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4 hilos entrelazados:

  1. OMG!!! estubo geniallll -3- me enqata como escribess~ aiisshhh con un JS sensual es dificil de lidiar verdad YC(??) asdfghasdfgh
    *------* por un momento JS fue TOD!!!!!! ii lo aprovechooooooo <3 ii YC tambiennnn xDDDD lo ame!!!

    LOVE YA~

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    1. ¡Gracias por comentar! Que los pobres Yoochun y Junsu estaban por aquí sin nadie que se animara. Sí... el señor Junsu fue Tod, no lo pudo remediar y claro... pasa lo que pasa :P

      Besos cielo!

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  2. Hola..
    ......sorry x no comentar, siempre leo pero es dificil comentar por el cell, escribes muy bonito, con logica, es PRECIOSO!
    El yoosu es mi perdicion despues del yunjae, todo lo que hace el alcohol y ni siquiera estababorracho, ue lindos, sus besos ahhhh BONITO!!!!!!!‘ gracias.
    yossy

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    1. ¡Hola!

      No te preocupes ^^ me alegra que te guste lo que escribo ^^ y que disfrutes con ello. No siempre es posible comentar, menos cuando estás directamente desde un teléfono ^^

      Espero que disfrutes con todo lo demás que está por aquí ^^

      ¡Un saludo!

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